sábado, 5 de febrero de 2011

Relatos del Zulia: Parte 1 - Así Era: El Maracaibo de Goering

Es sábado: Ha llegado el día prometido, el día para estrenar una nueva sección en el Blog llamada Relatos del Zulia. Todas las anécdotas, datos y cuestiones que trataré en esta sección son tomadas del libro La Tierra Chiquita, escrito por Ciro Urdaneta Bravo en el año de 1988, por lo cual algunas fechas posiblemente no concuerden con la actualidad

Para que puedan tener una buena comprensión de las historias (y así no pierdan el hilo) conservaré el orden de presentación del libro. Así que, sin más preámbulos, daré comienzo a esta sección llamada "Así Era" con la siguiente historia:

EL MARACAIBO DE GOERING

¿Cómo era Maracaibo hace cien años?

Existe el testimonio del viajero alemán Albert Goering en el cual se describen algunas peculiaridades de nuestra capital para el año de 1873, cuando el presidente del Zulia, general Venancio Pulgar, inauguró la Plaza de la Concordia (hoy Plaza Bolívar). Según Goering, las calles eran arenosas y algunas carecían de aceras. Las mejores casas estaban ubicadas frente al puerto, en el llamado barrio mercantil, donde abundaban los edificios de dos pisos, con azoteas y balcones, que servían de residencias a ciudadanos extranjeros -alemanes en su totalidad- que prácticamente controlaban el movimiento comercial.

"Hombres de color, semidesnudos -decía Goering en su crónica- se ocupan de la carga y descarga de los barcos, y mucho antes del amanecer se oye el golpear de las lavanderas que se meten hasta las rodillas en el lago".

Con minuciosidad describe el mercado de los muelles, saturado de animación y bulla, con lanchas y piraguas fondeadas o amarradas en los malecones. Aseguraba que el agua dulce era un privilegio de las gentes ricas que poseían aljibes y que los pobres consumían el agua del lago que no era verdaderamente salobre sino en las proximidades de la barra.

Apuntaba Goering que la Plaza Mayor contaba con una hermosa verja y que una banda de músicos negros animaba las veladas nocturnas. Hacía referencia al Club del Lago situado cerca de la Aduana y a las casetas sobre el lago unidas a la orilla por medio de sólidos puentes, propiedad de la gente acomodada que solía efectuar paseos en lanchas a Santa Rosa y Capitán Chico.

El inquieto viajero hablaba también del problema que afrontó cuando le regaló un peso a un indio para que le permitiera dibujarlo. Cuando comenzaba a mover el pincel, varias indias formaron un tremendo alboroto, y si no hubiera sido protegido por un policía y tres soldados, tal vez lo habrían lanzado al lgo con su caballete de pintor improvisado.

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